jueves, 11 de junio de 2020

Pastel de espinacas y langostinos

«Lo importante no es lo que se come, sino cómo se come»
(Epicteto)
Siempre insisto en que la comida entra antes por la vista y el olfato que por el paladar, por eso la propuesta de hoy consiste en servir unas verduras en forma de pastel o flan, como prefieras llamarlo. Es un recurso fácil de hacer y tiene la ventaja de añadir un toque de elegancia a la presentación o, al menos, eficaz para combatir la monotonía. 
En cuanto a la realización, puedes prepararlo en el horno tradicional, en una vaporera o en el microondas, en cada caso deberás ajustar los tiempos al método elegido.
Recuerda siempre esta forma de presentar las verduras porque te solucionará más de un menú. Puedes servirlo como plato principal o como acompañamiento.

Ingredientes

  • 300 gr de espinacas
  • 6 huevos M
  • 80 gr de parmesano
  • 200 ml de nata para cocinar
  • 16 langostinos
  • Mantequilla para engrasar el molde
Para la bechamel
  • ¼ litro de leche
  • 60 gr de mantequilla
  • 60 gr de harina
  • Sal y pimienta
Preparación
  1. Escaldar las espinacas en agua con sal y escurrir.
  2. Cascar los huevos en un bol, salpimentar y añadir las espinacas escurridas. Triturar.
  3. Añadir el queso rallado y la nata.
  4. Engrasar con la mantequilla un molde rectangular y espolvorear con harina. Verter la mezcla y hornear a 180 °C durante 30 minutos.
  5. Preparar la bechamel derritiendo en un cazo la mantequilla. Añadir la harina y remover. Incorporar la leche poco a poco. Salpimentar y reservar.
  6. Pelar los langostinos.
  7. Servir un trocito de pastel, napar con la bechamel y acompañar con los langostinos.
Buen provecho


viernes, 5 de junio de 2020

Patatas con bacalao

«De miel y de berenjenas
una orza reverenda:
Meto la mano, y por
dar noticia a mi paladar,
acomodo la merienda.»
(Álvaro Cubillo de Aragón (1596?-1661) Las muñecas de Marcela)
Una orza es una olla de barro con dos asas, aunque también las hay sin ellas o con muchas más, que tiene la boca más estrecha que las cazuelas normales. Se empleaban para almacenar alimentos y conservar carnes en aceite, de ahí viene lo del lomo de orza, del cacharro en cuestión.
Son objetos en desuso, yo diría que para coleccionistas o frikis de la cocina tradicional. El caso es que mi madre, gran aficionada a los mercadillos de verano serranos, se encaprichó de una esbelta y preciosa orza. La compró porque añoraba los sabores tradicionales de su infancia y decidió que iba a cocinar algo en ella. Eligió una receta sencilla de patatas con bacalo, por probar algo, y lo cocinó al modo tradicional a fuego lento... Y a mi padre, comilón como nadie, se le saltaron las lágrimas de placer. La receta se convirtió en un hito y siempre recordábamos aquellas gloriosas patatas de la orza.
Yo no tengo orza, pero sí un gran recuerdo.

Ingredientes

  • 400 gr de bacalao desalado
  • 1 pimiento verde
  • 1 cebolla
  • 1 puerro grande
  • 4 cucharadas de tomate natural
  • 2 dientes de ajo
  • 1 kg de patatas
  • Sal
  • Aceite de oliva
  • Perejil
Preparación
  1. Desalar el bacalao sumergiéndolo en un recipiente con agua fría y guardado en la nevera por espacio de 48 horas. Cambiar el agua unas cuatro veces.
  2. Con las espinas y pieles del pescado, o los trozos menos vistosos, realizar un caldo poniendo además las partes verdes de los puerros, media cebolla y perejil. Cocer 20 minutos y reservar.
  3. Picar el blanco del puerro y la cebolla. Pocharlos en una cazuela con un poco de sal. Pasados unos minutos, añadir los ajos picados y los pimientos también troceados. Incorporar el tomate y rehogar.
  4. Pelar y cascar las patatas. Añadirlas al sofrito y cubrir con el caldo reservado. Cocer 20 min. Incorporar el pescado troceado y cocinar todo junto no más de cinco minutos. Esparcir el perejil picado y listo.
Buen provecho


domingo, 31 de mayo de 2020

Fresas con piña y azúcar de menta

«...mío el olor de cada hoja, y mía una hoja para todos, y el perfume…¡Oh, divino, perfume!»
(Leigh Hunt. Ensayista, poeta y escritor inglés)
Cuando los europeos conocieron la caña de azúcar quedaron muy sorprendidos. Describieron aquella planta como "una caña que produce miel sin ayuda de las abejas". Su popularidad se hizo tan grande que en el siglo XVII se consideró un artículo precioso y continuó siéndolo hasta el siglo XIX, momento en el que fue desbancado por la remolacha azucarera.
A pesar de que se ha demonizado el azúcar, sobre todo por su uso abusivo, para mí es un condimento indispensable. No sólo proporciona dulzor, también inhibe el crecimiento de microorganismos, por eso se usa en conservas, activa las levaduras del pan y realza, como pocos endulzantes, el sabor y la textura de preparados al horno.
Cuando sirvo la fruta, me gusta hacerlo en bandeja y con frutas variadas de estación. A veces, para darle un toque distinto las perfumo con azahar o agua de rosas pero en esta ocasión he optado por un azúcar aromatizado. Para ello basta mezclar con azúcar pétalos de flores (rosa, lavanda, geranios) o semillas (cardamomo, vainilla) e incluso especias como canela o clavo. Así de simple. Todo bien seco y en tarros bien cerrados. En pocos días se puede disfrutar de un azúcar perfumado.
Pero en esta ocasión he ido por la vía rápida y he triturado el azúcar con hierbas y lo he esparcido sobre la fruta. La menta, la hierbabuena o la albahaca son perfectas para esto.

Ingredientes

  • ½ piña
  • 200 gr de fresa
  • 2 cucharadas de azúcar
  • 8 hojas de menta
Preparación
Es muy simple de preparar. Basta con mezclar 2 cucharadas de azúcar con un puñadito de hojas de menta. Machacarlas en el mortero para extraer todo su aroma y esparcirlas sobre la fruta.

Buen provecho.

viernes, 29 de mayo de 2020

Shuen Guen (Rollitos de primavera)

«Magnífico el aire de la montaña por la tarde, revolotean las aves regresando en bandadas. Todo esto tiene un sentido profundo, iba a explicártelo... pero olvidé las palabras.»
(Tao Yuanming)
Uno de los sitios que solemos frecuentar es el Supermercado Oriental de Príncipe Pío. El tiempo se detiene cuando estás allí porque no puedes dejar de curiosear todo. Ofrece una variadísima oferta de productos, frescos incluidos, y un trato exquisito. Allí compro las envolturas para hacer los rollitos de primavera, que preparo como aperitivo.
Se dice que esta receta fue creada durante la dinastía Tang (siglos VII-IX d.C.). 
En aquel tiempo se realizaban con los primeros brotes de las verduras que ofrecía la primavera y eran muy celebrados porque durante el invierno se comía de conserva. 
En la actualidad, casi todos los países asiáticos tienen su propia versión de esta receta. Yo los relleno de verduras y añado además un diente de ajo y un poquito de vino de jerez porque me gusta.

Ingredientes
  • Un paquete de pasta para rollitos (20 unidades)
  • 3 cucharadas de aceite de girasol
  • 300 gramos de zanahorias
  • 200 gr de repollo
  • 200 gr de brotes de bambú
  • 8 setas shiitake
  • 150 gr de champiñones
  • 2 cucharaditas de raíz de jengibre
  • 2 cucharadas de salsa de soja
  • 1 cebolleta fresca
  • 1 diente de ajo
  • Sal y pimienta negra
  • 1 chorrito de vino de jerez
  • 1 clara de huevo ligeramente batida
Preparación
  1. Pelar las zanahorias y cortarlas en tiritas con la ayuda de un pelador o rallador. Limpiar y cortar el resto de las verduras, también en finas tiras.
  2. Calentar el aceite en un wok o sartén profunda. Añadir en primer lugar la zanahoria, el repollo y los brotes de soja. Saltear un par de minutos. Añadir las setas, el ajo picado y la cebolla. Agregar el jengibre, la salsa de soja y el vino. Cocinar hasta que el líquido se haya evaporado (pero que las verduras estén húmedas). Reservar.
  3. Extender una lámina de masa y poner dos cucharadas de relleno.
  4. Enrollar a la vez que se doblan los extremos hacia dentro. Pincelar con clara el extremo opuesto para sellar el relleno. Repetir con el resto de láminas
  5. Calentar aceite en una sartén profunda y freír los rollitos en tandas.
  6. Escurrir en papel de cocina.
  7. Mantener los rollitos en el horno mientras se fríe el resto, o también se pueden enfriar y volver a freír brevemente cuando se vayan a servir. Así no pierden su deliciosa textura crujiente.
Buen provecho

jueves, 28 de mayo de 2020

Lasaña con calabacín y berenjena

«Sacar tiempo para comer como lo hacen los italianos forma parte de su don inagotable para hacer de la cocina un arte.»
(Marcella Hazan)
En Italia la comida es sinónimo de familia. Nadie puede pensar en ella sin tener presentes a la mamma o a la nonna porque ellas han mantenido y perpetuado un matriarcado centrado en los fogones. 
Por eso, la auténtica comida italiana puede parecer un tanto rústica y, según creen ciertos gastrónomos, sus raíces domésticas podrían limitar sus opciones de convertirse en una gastronomía glamurosa y sofisticada. En mi insignificante opinión, creo que esta controversia a los italianos les resulta indiferente. 
Como ejemplo, esta deliciosa receta de Giuseppina Beglia, chef al frente del restaurante Balzi Rossi en la Costa Azul. En este lugar se sigue rindiendo tributo a los platos preparados durante décadas, renovados con un justo toque de modernidad.

Ingredientes

  • 1 calabacín
  • 1 berenjena
  • 3 tomates
  • 1 diente de ajo
  • Un poco de parmesano
  • Un poco de mantequilla
  • Un poco de aceite de oliva
  • Sal y pimienta.
  • Albahaca y romero.
Para la pasta de lasaña
  • 250 gr de harina
  • 3 huevos
  • Un manojo de perejil
Para la bechamel
  • 30 gr de mantequilla
  • 30 gr de harina
  • 2 yemas de huevo
  • 750 ml de leche
Preparación
  1. Picar el perejil y batirlo con los huevos. Hacer un volcán con la harina, verter los huevos y amasar unos 15 minutos. Después, reposar una hora.
  2. Cortar la berenjena y el calabacín en rodajas. Enharinar y freír en aceite de oliva y escurrir en papel de cocina (o plancharlos para que resulten más ligeros).
  3. Estirar la pasta y cortarla en rectángulos. Hervirla en agua salada durante 3 minutos y luego pasarlas por agua fría.
  4. Pelar los tomate, despepitarlos y cortarlos en dados. Freír con el ajo, la albahaca y el romero. Reservar
  5. Colocar las láminas en un molde untado con mantequilla, colocar encima las berenjenas, unas cucharadas de tomate y cubrir con más láminas de pasta.
  6. Poner ahora los calabacines y unas cucharadas de tomate. Terminar con una capa de pasta.
  7. Preparar la salsa bechamel derritiendo la mantequilla y rehogando la harina. Añadir después la leche poco a poco y las yemas al final.
  8. Rallar el queso, espolvorear sobre la bechamel y gratinar durante 10 minutos.
Buen provecho